Ruta: Sendero de los Caños - Villanueva del Trabuco

Longitud 10,7 kilometros, dificultad media, valoración notable, y notable tambien la subida hasta la Fuentes de los 100 caños que popularmente se considera el nacimiento del Río Guadalhorce, impresionante manantial situado a pocos kilómetros de Villanueva del Trabuco, pueblo limítrofe con la provincia de Granada.
Se bordea la Sierra de San Jorge hasta el Cortijo Pérez desde donde se inicia el sendero hasta el pueblo, buen trabajo el de nuestras compañeras ruteras Antonia Gonzalez y Manoli Bravo.





Cronica de la Ruta Senderos de los Caños
Antonio Ruiz Quintana
Ruta “ Sendero de los cien caños” Villanueva del Trabuco. Málaga.
Primera ruta del año 2011, A la misma hora y en el mismo lugar de siempre, nos reunimos en torno al autobús de Hans, y poco después lo llenamos, con todos los buenos presagios meteorológicos que en los últimos días nos ha hecho olvidar el invierno. Empezamos el viaje. Tras saludar nuestra puerta de Sevilla, emblema de la ciudad bajamos hasta el desvío para Marchena y nos sumergimos en el océano de niebla que a esas horas es la Vega. Paisaje invernal puro y duro que hace acogedor el ambiente de camaradería dentro del vehículo.
Todavía casi susurros y comentarios a media voz, que se rompe cuando las dos ruteras del día provistas de las galletas y el semi de Los Hermanos comienzan a repartirlos. Poco a poco vamos entrando en calor ya definitivo con el desayuno en el caserío de Aguadulce. El clima se hace más bullicioso y el camino más corto hasta atisbar Villanueva del Trabuco, nombre con connotaciones bandoleras aunque la tierra de tan temibles delincuentes ya la habíamos dejado atrás.
Tras algún pequeño problema con el autobús; el día que parece primaveral nos espera. Mochilas, bastones, cámaras y a la ruta. Suaves ondulaciones pero siempre en ascenso. Pronto descubrimos el por qué del nombre del sendero. Al pie de la montaña, un manantial entubado con muchos chorros (no cien desde luego) nos recibe para deleite de fotógrafos y de todos los que gustan de ver correr el agua fría y clara de montaña.
Continuamos la ruta, casi siempre con las paredes de la montaña a la izquierda y a la derecha las hermosas vistas del valle con el pueblo cada vez más lejos y más abajo. La rutera de cabeza, Manoli, animada, manteniendo un muy buen ritmo para los que quieren andar y Antonia, la de cola, con tranquilidad, dejando disfrutar a los que desean contemplar el paisaje que ven.
De pronto el más fuerte repecho, casi callan las conversaciones, concentración en el esfuerzo y barro, mucho barro que nos obliga a salirnos del sendero y pisando los verdes pastos de la ladera, evitar el resbalón. Al final y tras cruzar un caserío de ganado, una pequeña explanada llena de piedras que sirve entre soles y sombras de lugar para el almuerzo. Descanso y conversaciones. Después vuelta a la ruta, en esta ocasión en descenso a veces pronunciado hasta Villanueva.
Tres horas y media con la parada del almuerzo incluida, casi 11 Kms. De ruta aparentemente fácil, pero que definiría como en el argot ciclista de “rompepiernas”, sin un solo llano. De ello dan fe los estiramientos que muchos ruteros practican mientras nos reunimos para dar una vuelta y tomar café en los pocos bares que hay en el lugar.
Pasadas las cuatro emprendemos el camino de regreso. Comentarios cansados y tranquilos, sólo alguna vez rotos por tonos jocosos sobre fútbol o el tren a paso tortuga en la vía (Después nos habremos enterado del accidente ferroviario, ¿verdad?) o la obligada parada en La Roda.
Poco antes de las siete cruzamos raudos la vega, donde la niebla ya con el crepúsculo encima comienza a aparecer. Apenas sin silueta de la ciudad entramos en ella y el autobús aparca donde siempre. Recogemos nuestras cosas con prisas, la ducha nos espera. “Adiós”, “Hasta la próxima”, “Nos vemos”… Todos nos dispersamos con la alegría del buen día pasado, casi con la satisfacción de un deber cumplido y con la suave tristeza de una tarde de domingo.

fuente: SeptemViae

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